miércoles, 25 de abril de 2012

Poquito a poco



Pokito a poko. Chambao.

Aunque ahogada. Bajo papeles. Así estoy. Me puse a buscar una foto que ilustrara mi estado, y al encontrar solo fotos dramáticas, de ahogados, pura violencia, y como en estos momentos siento que no puedo ver ni una escena de muerte, desgracia o algo parecido, pues no he elegido nada. Así es que mejor no ilustro esta entrada. Me declaro incapaz. Pero sí un vídeo, que es un himno al esfuerzo.
Estoy terminando capítulos. Hoy he hablado con mi tutora sobre el día de entrega de tesis, y al parecer no hay prisa; 'a disfrutar', me ha dicho. Yo no supe qué responderle. Más bien me quedé callada porque intuí que si refutaba me iba a meter en problemas. La considero. Ella también está hasta el tope de trabajo. La verdad es que no tengo nada qué reclamarle. Se ha portado estupendamente.
Sigo con mi monserga de la tesis, al menos hasta el 8 de mayo, que es cuando entregaré mi borrador final. Y entonces a esperar su lectura y un comentario para hacer las correcciones finales y pertinentes. Mientras tanto, hay mucho qué hacer en ella.
Eso sí, defenderé en septiembre.
Au revoir.

domingo, 22 de abril de 2012

Trabajando, que es gerundio



Estoy trabajando. Concluyo capítulos, añado mil y un datos que andan sueltos. Aunque antes he tenido días bajos, de falta de concentración y energía. Me ha atacado un TOC en forma de chequeo constante de correo, mucho sueño, falta de concentración, insomnio; repasar una y otra vez líneas de libros sin entender casi nada; lecturas que no tienen que ver cien por ciento con la tesis, ¿o sí? Miedo a conducir,, distraerme mientras lo hago y hacerle daño a mi hijo; apetito, mucho apetito. Para contrarrestar he aplicado la concentración: visualización de una escena agradable, atención a algún sonido específico para detener mis pensamientos que vuelan desbocados; me he apuntado de nuevo al gimnasio; recapacitar sobre mis prioridades que, aunque suena bien, no las tengo muy claras, excepto tener una buena convivencia con mi señor marido y con mis hijos a quienes amo; excluirme temporalmente de mi mundo silencioso y solitario, y navegar por la vertiente mundana hasta que el viento tempestuoso amaine.
Hoy fuimos a un bufette japonés que nos gusta; él y yo, solos. Ayer vimos una película con Penélope Cruz, No te muevas, escrita y dirigida por Sergio Castellitto, y me doy cuenta de que no tengo la disposición para ver ese tipo de dramas; para ningún drama tengo disposición, pues hoy, entre otras cosas que me han sucedido en el transcurso del tiempo en que no he escrito en este blog, se le desprendió un colmillo a Oliva, la mascota, y me alejé de ella, con angustia, para no ver el colmillo colgando de su hocico y la sangre fluyendo por los bordes de sus encías. La perrita no lloraba, pero yo no he podido soportar la escena. En la semana tomé una cerveza y una copa de vino de Oporto.
Sigo trabajando.

sábado, 14 de abril de 2012

Cóctel

Imagen: The Matcha House Europe


No es tan sencillo. Después de la euforia, toca beber del vaso. El contendio del vaso es la escritura de la tesis. Sí, escribí que todo había concluido, pero los finales tienen sus matices, y uno de ellos son las notas que hay que añadir al todo. Y aquí estoy. A mi derecha, un vaso de cerámica de manufactura japonesa guarda los posos de matcha; es un té verde sin fermentar, molido, que se usaba en los monasterios budistas. Me gusta servir la medida precisa y añadir agua que previamente hiervo en la jarra eléctrica. El matcha es la concentración más alta que se puede adquirir del té verde. Se afirma que es el mejor té verde del mundo. He visto rituales en los que se utiliza una cuchara especial y una escobetilla para hacer espuma. Es un acto en el que se palpa la vida, en el que se profundiza en el momento a través de los movimientos concisos, lentos, meditados. Y no tomaré más té por el momento. No más.
Creí que que todo iba a fluir como nunca, y no.
En este preciso instante se concreta ante mi el vaso que mencionaba al principio. Es un vaso lleno de agua con arena. Lo agito. No dejo de agitar, y lo bebo y termino de varios tragos. Eso es lo que estoy haciendo ahora. Siento la arena atragantada y un sabor salado en la boca.
Hoy sólo he podido leer estudios sobre el folklore, incluyendo el mío que es un pelín breve. Está bien. No lo hice tan mal, solo que faltan datos. Estoy en ello. Prometo no estancarme demasiado.
La noche es larga. Pero me siento acompañada.

viernes, 13 de abril de 2012

Yo les diría que...



Esta entrada es muy muy especial para mí porque
¡¡¡¡HE TERMINADOOOOOOOO LA TESISSSSSSSSS!!!!
Ya no tengo ninguna responsabilidad con mi tutora, lo cual significa que a partir de este momento podría dejar la tesis como está y estaría bien. Sin embargo, sé que me falta un tramo pequeño por recorrer, que el resto es añadir unas cosillas por aquí, otras por allá, limpiar las notas a pie de página, unir todos los apartados y ¡es todo! Podré ir al congreso en octubre. Defenderé en septiembre. En quince días espero haber terminado todo para que mi directora sólo revise las notas a pie; no temo a esto porque he sido cuidadosa y creo que no habrá mucho qué corregir. Ya quiero que avalen mi tesis, imprimirla, defenderla al fin y estar en paz.
Me siento libre libre libre libre libre. Esto: esto es la felicidad. Soy, en estos momentos, una mujer agradecida con mi cuerpo que ha soportado todo y con aquella energía que nos levanta y nos lleva a realizar aquello que queremos.
Ayyyy, qué bonitoo. Cómo me gustaría bailar en este momento. Lo primero que me viene a la mente es un cuento, Tango, de Luisa Valenzuela, un texto sonoro, que si tuviera música de fondo sería el súmmum de la perfección, pero como no existe tal, encontré esto que no obstante lo asimila:


Y después. Y después...

domingo, 8 de abril de 2012

Las diez cosas que un doctorando debe saber

            Imagen azores | Islas Azores | Portugal


He vuelto de unas vacaciones. Estar en medio del Atlántico tiene sus cosas buenas, como creer que uno está en los restos de la Atlántida o en la tierra de Neptuno o en el paraíso de los pterodáctilos. Y es así. Esas islas hacen sentir que todo puede terminar en cualquier momento, que el mar se puede levantar y borrar las trazas de arena de un plumazo o que los volcanes pueden desperezarse y fundir toda la vida que hay en ellas o que las ballenas podrían atracar una tarde, todas juntas, en las playas negras. El Atlántico es la zona de los doctorandos. Región cambiante, frágil, solitaria, minúscula, liviana, inestable, nada, puro archipiélago de nervios. Subía a la cima de una montaña, veía cómo el campo se extendía hacia abajo y a lo lejos y una nube densa traspasaba mi cuerpo, y me acometía una temblorina, una asfixia, una sensación de muerte inminente que me daban ganas de arrodillarme y morir antes de que todo lo anterior aconteciera. Ahora que lo recuerdo sonrío ante esa imagen de mi misma. Claro, todo cambia cuando ya estoy instalada en la supuesta seguridad de mi sillón giratorio.
Pero no todo es fragilidad. Hace no mucho tiempo, justo cuando me di cuenta de que faltaba poco para terminar la tesis, encontré la gloria resumida en diez puntos que me hicieron más feliz de lo que era en aquel momento, y los cuales comparto.

Terminar el Doctorado: las diez cosas que debe saber.
Por Kat Arney.

1. ¡Ha escrito un libro!

¿Genial, no? Ya tiene un libro gordo maravilloso en su estantería con su nombre en el lomo. Puede enseñarlo en las fiestas, llevarlo a las entrevistas de trabajo y, si ha sido excepcionalmente productivo, hasta utilizarlo para prensar flores. Una advertencia, sin embargo: le aconsejo que nunca jamás vuelva a leer su tesis, ya que, pasados unos seis meses, se transforma en el equivalente científico de sus primeras libretas de la escuela. Cada errata le salta a la vista y se da cuenta de que su agudísima lógica nocturna, avivada por la cafeína, tiene casi tanto sentido como una película danesa de cine de arte y ensayo.


2. Estrenar el título de Doctor

El día después de la defensa de mi tesis, tuve que llamar a una empresa para pedir cierta información. Me pidieron mi nombre y, a continuación, llegó la pregunta inevitable: "¿Señor o señora?". "¡DOCTORA!", chillé. Es una sensación única. Escribir "Dra." por primera vez en la correspondencia, y cambiar la firma de los correos electrónicos, también es una excelente fuente de emociones baratas, por lo menos durante unos días.

3. Cambiar sus tarjetas bancarias lo antes que humanamente pueda

En una vena semejante, hay algo muy "oficial", y profundamente satisfactorio, en el acto de poder ver esas dos o tres letritas delante de su nombre cuando muestra su tarjeta de crédito en el supermercado o en un restaurante. Un amigo mío, muy confiado, fue al banco y cambió todas sus tarjetas la mañana después de la defensa de su tesis. Yo fui un poco más timorata y esperé hasta que se hubieron aceptado mis correcciones. Simplemente asegúrese de que lo hace, antes o después; de otro modo, no tendrá peso cuando desee abusar de su posición, tal y como se describe en el siguiente apartado.

4. Más respeto por parte de los servicios de atención al cliente

No saben que usted no es un "doctor", en el sentido tradicional de la palabra (esto es, no es un profesional de la medicina), pero es alucinante el nivel extra de atención al cliente que se obtiene en algunos casos cuando se posee el mencionado título. Entre las situaciones favorables en las que echar mano del "Dr. / Dra." se incluirían todo tipo de negociaciones con empresas de bienes de consumo, agentes de viajes y hoteles. Curiosamente, mi pareja, un verdadero doctor de sangre y tripas, nunca viaja bajo su prefijo profesional. Y ello por si se da la circunstancia de que necesiten genuinamente de su intervención cuando cruza el Atlántico. Otras situaciones en las que no le saldría beneficiosa la utilización del título de Doctor incluirían cualquier tipo de trato o negocio con agentes comerciales, fontaneros, electricistas y otros profesionales de este estilo. Créame: le cobrarán el doble.

5. La envidia de sus colegas

¡Ahora la venganza es suya! Mientras que todos sus trajeados colegas se pavoneaban en sus primeros puestos de trabajo y ganaban muchísimo dinero, usted se arrastraba por el laboratorio en vaqueros y camiseta, lidiando con los más oscuros secretos de la naturaleza. Sin embargo, ahora, tres años más tarde, usted puede llamarse Doctor, mientras que ellos sólo acaban de deshacerse de la etiqueta de "empleado en prácticas". ¿Tienen envidia? Por supuesto, ¡incluso los que no lo admitan! Simplemente trate de no pensar demasiado en cuánto más dinero tienen éstos en comparación con usted, ni en por qué todos viven en confortables apartamentos mientras que usted sigue compartiendo casa con esa chica rara que nunca friega los platos y con ese tipo que cubre su ventana con papel de aluminio.

6. Su madre estará encantada

Puede que no tenga ni la más remota idea de a qué se dedica ("¿Entonces todos los animales tienen ADN, cariño?") pero estará más que radiante cuando usted por fin consiga esas dos o tres letritas y coloque ese pesado volumen en su estantería. Esto es aplicable al resto de su familia, que probablemente también se sienta ligeramente aliviada ante el cese de traumas, rabietas e historias deprimentes de experimentos fallidos. También incluímos aquí el gozo del día de la graduación, cuando tiene la oportunidad de ponerse una toga infestada de bichitos y de vanagloriarse de un lado a otro con aspecto académico, y así consigue que sus padres se encarguen de pagar la comida.

7. Puede pasar a ser investigador posdoctoral...

Un mundo místico de secretos apretones de manos, suspiros de cansancio y la emoción de un salario "adecuado" le esperan al otro lado de la defensa de su tesis. El terror asfixiante de "¡Ayuda! Nunca voy a conseguir mi Doctorado" que siente cada mañana cuando se levanta, es sustituido por un "¡Ayuda! Nunca lograré escribir un trabajo de investigación a partir de esto". La otra cosa buena de ser un investigador posdoctoral es que, tras cambiarse de laboratorio, todos los estudiantes de posgrado nuevos le consideran, de repente, la piedra filosofal. No necesitan saber que sólo ha utilizado esa técnica dos veces a lo largo de toda su vida, ni que, de hecho, sólo le funcionó en una ocasión. Lo malo de cambiarse de laboratorio es que uno vuelve a sentirse como un estudiante novato. No sabe dónde está nada y todo se hace de forma diferente a lo que está acostumbrado. Necesita el triple de tiempo para realizar hasta el más sencillo de los experimentos porque tiene o que pedir todo el material o extraerlo de los fondos de un armario. Añádale a eso la perplejidad general que trae consigo el estar trabajando en un proyecto nuevo, posiblemente en un campo o en un sistema totalmente diferente, y comprobará como el efecto final puede ser muy desconcertante.

8. ... O puede abandonar el mundo académico, ¡por fin!

No hay nada que supere ese sentimiento liberador de que ha terminado algo con éxito y de que, ahora, puede marcharse. El periodo post-Doctorado es un momento excelente para reflexionar sobre sus puntos fuertes y realzar su curriculum, y con un Doctorado debajo del brazo verá como se le abren multitud de oportunidades. Y si solicita empleos en el sector de la industria científica, la posesión de un Doctorado le conducirá más rápidamente a una mejor posición con respecto a aquellos que optaron por no pasar por un periodo de tres o más años en el molino académico. Si la vida científica no es lo suyo, que sepa que las habilidades y el conocimiento adquiridos en el proceso de obtención del título de Doctor también le harán un candidato más atractivo en campos como la consultoría o la edición. De otro modo, si no quiere abandonar la red de seguridad de la universidad, tiene la opción de matricularse en una infinidad de cursos... Puede hacer un MBA o reconvertirse profesionalmente hacia el derecho o hacia la comunicación científica. En Next Wave tenemos artículos sobre muchas de estas salidas profesionales (véanse las diversas series monográficas).

9. Dinero, dinero, dinero

Vivimos en un mundo para ricos, y mi primer salario como investigador posdoctoral me pareció una pequeña fortuna después de vivir a base de latas de conservas durante mis siete años como estudiante. La remuneración en los sectores no académicos será, generalmente, más alta, y a menudo representará una multlipicación por varios centenares, con respecto a su estipendio estudiantil. La tentación es, por supuesto, lanzarse a la calle, comprar miles de cosas nuevas y comer salmón ahumado siete días seguidos. La otra cara de la moneda es la pérdida de los descuentos para estudiantes y el tener que comenzar a pagar sis préstamos bancarios (así que aplace las compras todo lo que pueda). Al igual que todo asalariado, se encontrará con que, finalmente, a usted también le toca pagar impuestos. ¡Ahora comprendo por qué la gente se queja tanto del gobierno!

10. Nunca tendrá que repetirlo

¡Aaaah! ¡Esto sí que es la gloria...!

En la actualidad, la tesis de Kat Arney está siendo utilizada como tope para la puerta.
 
 
 
¿A que suena hermoso...?