miércoles, 8 de febrero de 2012

Avanzando

Hoy avancé un tramo más de la tesis. No fue mucho, diez páginas que me costaron; los ojos me duelen, la vista, agotada. 
Mi vida social y familiar está aparcada. Aunque no trabajo fuera de casa, me encargo de las cosas del cuidado de la familia y de ayudar a mi marido de vez en vez.
Esta semana se me ha caído mucho cabello, no he dormido bien; sé que es la presión por concluir este proyecto, el esfuerzo por comprender las lecturas que cada día cambian y aplicar la teoría a los textos. Después de dos meses de no redactar nada, fue un poco difícil remontar. Pero debo relajarme, no exigir lo que no puedo dar; es improbable que uno pueda aportar aquello que no sabe, y así me sucede: muchas veces me mortifico y no puedo dormir de pensar en que lo que hago no es suficiente, en que el lenguaje debe ser teórico, tal y como mandan los estatutos, y cuando me siento a trabajar, todas las dudas desaparecen, y después de una jornada larga aquello se transforma en cansancio físico, aunado a la incertidumbre del futuro pero, ¿quién conoce el futuro? Nadie. 
Me siento fuerte; continuaré sin pausa y sin prisa para defender en el 2012; si lo hago después de esa fecha, creo que mi organismo no lo soportará. A veces me duele mucho el coxis, el cuello, la cabeza; la circulación de las piernas no va bien por estar sentada durante tanto tiempo. Tengo periodos de muy baja concentración que alcanza su cumbre después de un par de horas de estar frente a la pantalla, dando vueltas por los textos, ensayos, investigaciones colgadas en la red, y después, pese al alto grado de ansiedad, comienzo por fin a escribir aquello que ya había investigado y  que aún no había redactado. Pero si me interrumpen o si a medio día tengo un compromiso, no puedo concentrarme, y es un día perdido. 
Acabo de leer un blog con un alto grado de humanidad; nunca me había topado con uno así; el autor, don José Fariña Tojo, documenta a la perfección los sufrimientos de un doctorando. Le estoy muy agradecida por su comprensión, por tratar a los doctorandos no como máquinas, sino como personas que desarrollan su trabajo en completa soledad y sin apoyos, exceptuando el del tutor de la tesis. En cuanto a ese aspecto, he tenido mucha suerte, mi tutor está ahí, pendiente de mi, con total disposición. 
En una parte del post, el catedrático Fariña escribe con lucidez y alegría que la lectura de una tesis doctoral "es la mayor fiesta académica que se puede dar en nuestro sistema de enseñanza" A partir de ahí mi ánimo comenzó a elevarse. José Fariña da una serie de pautas a seguir para tener un viaje digno y nada tormentoso hacia la culminación de la tesis. "Cuando se llega el momento de 'para mañana', hay que
- Dar la lata al director de la tesis, así, "en justa reciprocidad, os pedirá que hagáis cosas concretas con plazos específicos." La conciencia obligará a no dejarlo para mañana, pues mañana hay que entregar los folios que nuestro tutor nos habrá exigido.
- Reservar un tiempo todos los días para la tesis; si no es todos los días, cuando menos los mismos, siempre, y a la misma hora.
-Tener un fragmento de tiempo diario para la tesis, y cuando se consiga, es seguro que la tesis se acaba.
Cuando la rutina llega, enseguida aparece el recuerdo, pues la tesis se habrá concluido, y solo quedará la nostalgia de aquellos días de disciplina.
Escribe:
Todavía añoro, de cuando hice la mía, aquella hora de 7:30 a 8:30 (mi familia se levantaba a las 8:30) sin agobios, leyendo o escribiendo sobre un tema que me gustaba sin necesidad de dar demasiadas explicaciones a nadie de lo que hacía, como una hora de felicidad.
Qué maravilla. Dejo el enlace para que lo leáis completo: 



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