Creí que el silencio de Amy Winehouse era el preámbulo de una vuelta enérgica a la vida pública. Creí que se estaba guardando, que se estaba curando, que estaba dejando pasar la edad, y que viniera otra más austera, más consciente, más analizada, más vívida y vivida. No fue así. Amy apostó a la oscuridad, al silencio, la intimidad, el descanso, el anonimato. Sólo en la muerte pudo encontrar la paz.
Que descanse, sí, en paz. Todos la recordaremos. En paz.
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