domingo, 8 de abril de 2012

Las diez cosas que un doctorando debe saber

            Imagen azores | Islas Azores | Portugal


He vuelto de unas vacaciones. Estar en medio del Atlántico tiene sus cosas buenas, como creer que uno está en los restos de la Atlántida o en la tierra de Neptuno o en el paraíso de los pterodáctilos. Y es así. Esas islas hacen sentir que todo puede terminar en cualquier momento, que el mar se puede levantar y borrar las trazas de arena de un plumazo o que los volcanes pueden desperezarse y fundir toda la vida que hay en ellas o que las ballenas podrían atracar una tarde, todas juntas, en las playas negras. El Atlántico es la zona de los doctorandos. Región cambiante, frágil, solitaria, minúscula, liviana, inestable, nada, puro archipiélago de nervios. Subía a la cima de una montaña, veía cómo el campo se extendía hacia abajo y a lo lejos y una nube densa traspasaba mi cuerpo, y me acometía una temblorina, una asfixia, una sensación de muerte inminente que me daban ganas de arrodillarme y morir antes de que todo lo anterior aconteciera. Ahora que lo recuerdo sonrío ante esa imagen de mi misma. Claro, todo cambia cuando ya estoy instalada en la supuesta seguridad de mi sillón giratorio.
Pero no todo es fragilidad. Hace no mucho tiempo, justo cuando me di cuenta de que faltaba poco para terminar la tesis, encontré la gloria resumida en diez puntos que me hicieron más feliz de lo que era en aquel momento, y los cuales comparto.

Terminar el Doctorado: las diez cosas que debe saber.
Por Kat Arney.

1. ¡Ha escrito un libro!

¿Genial, no? Ya tiene un libro gordo maravilloso en su estantería con su nombre en el lomo. Puede enseñarlo en las fiestas, llevarlo a las entrevistas de trabajo y, si ha sido excepcionalmente productivo, hasta utilizarlo para prensar flores. Una advertencia, sin embargo: le aconsejo que nunca jamás vuelva a leer su tesis, ya que, pasados unos seis meses, se transforma en el equivalente científico de sus primeras libretas de la escuela. Cada errata le salta a la vista y se da cuenta de que su agudísima lógica nocturna, avivada por la cafeína, tiene casi tanto sentido como una película danesa de cine de arte y ensayo.


2. Estrenar el título de Doctor

El día después de la defensa de mi tesis, tuve que llamar a una empresa para pedir cierta información. Me pidieron mi nombre y, a continuación, llegó la pregunta inevitable: "¿Señor o señora?". "¡DOCTORA!", chillé. Es una sensación única. Escribir "Dra." por primera vez en la correspondencia, y cambiar la firma de los correos electrónicos, también es una excelente fuente de emociones baratas, por lo menos durante unos días.

3. Cambiar sus tarjetas bancarias lo antes que humanamente pueda

En una vena semejante, hay algo muy "oficial", y profundamente satisfactorio, en el acto de poder ver esas dos o tres letritas delante de su nombre cuando muestra su tarjeta de crédito en el supermercado o en un restaurante. Un amigo mío, muy confiado, fue al banco y cambió todas sus tarjetas la mañana después de la defensa de su tesis. Yo fui un poco más timorata y esperé hasta que se hubieron aceptado mis correcciones. Simplemente asegúrese de que lo hace, antes o después; de otro modo, no tendrá peso cuando desee abusar de su posición, tal y como se describe en el siguiente apartado.

4. Más respeto por parte de los servicios de atención al cliente

No saben que usted no es un "doctor", en el sentido tradicional de la palabra (esto es, no es un profesional de la medicina), pero es alucinante el nivel extra de atención al cliente que se obtiene en algunos casos cuando se posee el mencionado título. Entre las situaciones favorables en las que echar mano del "Dr. / Dra." se incluirían todo tipo de negociaciones con empresas de bienes de consumo, agentes de viajes y hoteles. Curiosamente, mi pareja, un verdadero doctor de sangre y tripas, nunca viaja bajo su prefijo profesional. Y ello por si se da la circunstancia de que necesiten genuinamente de su intervención cuando cruza el Atlántico. Otras situaciones en las que no le saldría beneficiosa la utilización del título de Doctor incluirían cualquier tipo de trato o negocio con agentes comerciales, fontaneros, electricistas y otros profesionales de este estilo. Créame: le cobrarán el doble.

5. La envidia de sus colegas

¡Ahora la venganza es suya! Mientras que todos sus trajeados colegas se pavoneaban en sus primeros puestos de trabajo y ganaban muchísimo dinero, usted se arrastraba por el laboratorio en vaqueros y camiseta, lidiando con los más oscuros secretos de la naturaleza. Sin embargo, ahora, tres años más tarde, usted puede llamarse Doctor, mientras que ellos sólo acaban de deshacerse de la etiqueta de "empleado en prácticas". ¿Tienen envidia? Por supuesto, ¡incluso los que no lo admitan! Simplemente trate de no pensar demasiado en cuánto más dinero tienen éstos en comparación con usted, ni en por qué todos viven en confortables apartamentos mientras que usted sigue compartiendo casa con esa chica rara que nunca friega los platos y con ese tipo que cubre su ventana con papel de aluminio.

6. Su madre estará encantada

Puede que no tenga ni la más remota idea de a qué se dedica ("¿Entonces todos los animales tienen ADN, cariño?") pero estará más que radiante cuando usted por fin consiga esas dos o tres letritas y coloque ese pesado volumen en su estantería. Esto es aplicable al resto de su familia, que probablemente también se sienta ligeramente aliviada ante el cese de traumas, rabietas e historias deprimentes de experimentos fallidos. También incluímos aquí el gozo del día de la graduación, cuando tiene la oportunidad de ponerse una toga infestada de bichitos y de vanagloriarse de un lado a otro con aspecto académico, y así consigue que sus padres se encarguen de pagar la comida.

7. Puede pasar a ser investigador posdoctoral...

Un mundo místico de secretos apretones de manos, suspiros de cansancio y la emoción de un salario "adecuado" le esperan al otro lado de la defensa de su tesis. El terror asfixiante de "¡Ayuda! Nunca voy a conseguir mi Doctorado" que siente cada mañana cuando se levanta, es sustituido por un "¡Ayuda! Nunca lograré escribir un trabajo de investigación a partir de esto". La otra cosa buena de ser un investigador posdoctoral es que, tras cambiarse de laboratorio, todos los estudiantes de posgrado nuevos le consideran, de repente, la piedra filosofal. No necesitan saber que sólo ha utilizado esa técnica dos veces a lo largo de toda su vida, ni que, de hecho, sólo le funcionó en una ocasión. Lo malo de cambiarse de laboratorio es que uno vuelve a sentirse como un estudiante novato. No sabe dónde está nada y todo se hace de forma diferente a lo que está acostumbrado. Necesita el triple de tiempo para realizar hasta el más sencillo de los experimentos porque tiene o que pedir todo el material o extraerlo de los fondos de un armario. Añádale a eso la perplejidad general que trae consigo el estar trabajando en un proyecto nuevo, posiblemente en un campo o en un sistema totalmente diferente, y comprobará como el efecto final puede ser muy desconcertante.

8. ... O puede abandonar el mundo académico, ¡por fin!

No hay nada que supere ese sentimiento liberador de que ha terminado algo con éxito y de que, ahora, puede marcharse. El periodo post-Doctorado es un momento excelente para reflexionar sobre sus puntos fuertes y realzar su curriculum, y con un Doctorado debajo del brazo verá como se le abren multitud de oportunidades. Y si solicita empleos en el sector de la industria científica, la posesión de un Doctorado le conducirá más rápidamente a una mejor posición con respecto a aquellos que optaron por no pasar por un periodo de tres o más años en el molino académico. Si la vida científica no es lo suyo, que sepa que las habilidades y el conocimiento adquiridos en el proceso de obtención del título de Doctor también le harán un candidato más atractivo en campos como la consultoría o la edición. De otro modo, si no quiere abandonar la red de seguridad de la universidad, tiene la opción de matricularse en una infinidad de cursos... Puede hacer un MBA o reconvertirse profesionalmente hacia el derecho o hacia la comunicación científica. En Next Wave tenemos artículos sobre muchas de estas salidas profesionales (véanse las diversas series monográficas).

9. Dinero, dinero, dinero

Vivimos en un mundo para ricos, y mi primer salario como investigador posdoctoral me pareció una pequeña fortuna después de vivir a base de latas de conservas durante mis siete años como estudiante. La remuneración en los sectores no académicos será, generalmente, más alta, y a menudo representará una multlipicación por varios centenares, con respecto a su estipendio estudiantil. La tentación es, por supuesto, lanzarse a la calle, comprar miles de cosas nuevas y comer salmón ahumado siete días seguidos. La otra cara de la moneda es la pérdida de los descuentos para estudiantes y el tener que comenzar a pagar sis préstamos bancarios (así que aplace las compras todo lo que pueda). Al igual que todo asalariado, se encontrará con que, finalmente, a usted también le toca pagar impuestos. ¡Ahora comprendo por qué la gente se queja tanto del gobierno!

10. Nunca tendrá que repetirlo

¡Aaaah! ¡Esto sí que es la gloria...!

En la actualidad, la tesis de Kat Arney está siendo utilizada como tope para la puerta.
 
 
 
¿A que suena hermoso...?


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